Desde un comienzo el hombre ha tenido inquietud por el conocimiento, en estos momentos quisiera acudir a las palabras de cierto pensador griego, cómplice de mis soliloquios mentales (abro comillas): “sólo sé que nada se”. Todos de cierta forma: filósofos, ingenieros, médicos, comunicadores han contribuido a la expansión de los conocimientos y cada vez más la información, los conocimientos se van expandiendo y van creciendo. Cuando comenzamos la carrera estábamos convencidos que nuestras inquietudes intelectuales con respecto alguna disciplina en especifico serían resueltas, pero no es así, hoy más que nunca nos damos cuenta que nada sabemos que aún hay mucho camino por recorrer.
En este momento viene a mi memoria ese gran primer día, lunes 8 de julio de 2005 hacia las 8:00 de la mañana y acompañada de un sol resplandeciente, llegué por primera vez a la universidad para conocer a quienes serían mis compañeros de viaje en este nuevo camino. Un camino que al comienzo, generó incertidumbres, indecisiones, agotamiento físico y mental, sensaciones que llegaron a nublar mi mente a tal punto, de sentir miedo. Miedo a enfrentar presiones, miedo al proceso, a no ser capaz. Esos miedos en los que a veces los seres humanos nos dejamos envolver y que resultan ser apabullantes, los mismos que fueron debilitándose poco a poco, con las voces de aliento de quienes emprendían este mismo viaje. Así fue el inicio y sé que el de algunos de mis compañeros no fue muy distinto.
Fuimos un grupo heterogéneo en estudiantes, pero con ideales muy convergentes, lo que permitió una discusión permanente en las aulas frías de la biblioteca o a veces en Coffe Planet, deliberábamos entorno a las materias, los profes, nuestro futuro como profesionales, nuestros sueños, los problemas del país, entre tantos otros temas que fueron objeto de debates.
Los profesores, todos ellos de altísima calidad humana y profesional, nos pusieron a prueba y lograron que diéramos lo mejor de nosotros y de nuestro potencial. Cada uno de ellos con un estilo propio y muy personal, nos regaló un porcentaje de ese disco duro que hoy llevamos a todas partes y que se convirtió en nuestra bandera y motivo de orgullo en el campo laboral.
Recordaremos a Sonia López, madre, amiga, maestra quien cada día de nuestra vida estudiantil nos apoyo, avalo y sobre todo creyó en la potencialidad de cada uno de nosotros, a Daniel Hemelìn, el ingeniero con esencia humanista, quien siempre presto a suplir nuestra sed de conocimiento yendo más allá que otros, a Carlos Mario Correo el bohemio y apasionado de las letras , quien potencializo el periodista interno que todos llevamos, a Jorge Bonilla inteligencia y pulcritud, con sus teorías de marketing político marco precedentes de ser un ser centrado , con las palabras precisas y la sabiduría a flor de piel, a Adolfo Maya que más que todas las flores de todo el mundo es un hombre de admirar, maestro , padre.
Ahora, en nuestro nuevo lugar, como “profesionales”, como gestores del desarrollo regional, es nuestra tarea decidir cómo ponerle el corazón al camino, y superar el ver, para cumplir con el compromiso, la voluntad y la pasión de actuar, de intervenir, de promover y acompañar los cambios y recorridos que conduzcan a aquello que llamamos desarrollo, una construcción permanente de lo deseado.
Creo que ahora, desde nuestro nuevo lugar, ese es el reto, lograr superar los límites, las barreras y las infranqueables fronteras que se han construido entre las dimensiones del mundo, entre nuestras disciplinas, entre nuestros quehaceres, entre los “gestores” y los “desarrollados” y buscar alternativas con corazón, con emoción, con comprensión, para gestionar los ideales de igual a igual.
La primera tarea, para comenzar con este reto, es agradecer profundamente a nuestras familias, amigos, novios, novias, esposos y esposas que hicieron el esfuerzo junto a nosotros, soportaron comprensivamente (y a veces no), nuestra poca disponibilidad de tiempo, y nos dieron suficiente ánimo para continuar.
Gracias a todos ellos, a la Universidad EAFIT , a quienes siempre estuvieron prestos a brindarnos no un “servicio”, sino un apoyo en nuestro crecimiento como profesionales con gran calidad humana , a quienes nos levantaban en las mañanas, a quienes ahí sin nada a cambio estaban con nosotros en las buenas y en las malas , a quienes siempre estuvieron incondicionales y a quienes siempre creyeron en nosotros ¡Muchas gracias!, pues fueron ustedes ese hálito de esperanza en la incertidumbre o en la duda.
Los logros que cosechamos hasta estos momentos son posibles gracias al apoyo de una familia, de un esfuerzo propio y al personal docente y administrativo de la universidad , quienes estuvieron presentes en nuestro caminos, prestos a acompañarnos en las buenas y en las malas.¿Quién dijo que hoy terminamos?. Para nada este es el final de un nuevo comienzo